viernes, noviembre 22El Sonido de la Comunidad

Poner orden a los precios y a la indisciplina

La Feria Agropecuaria de Trinidad ha ganado en cantidad y variedad de ofertas, pero enfrenta deficiencias organizativas que deben ser resueltas con urgencia

precios

A la Feria Agropecuaria de los sábados acuden los trinitarios a realizar la compra de la semana, o lo que se puede. Para muchos se ha vuelto casi un vía crucis y no solo por los precios que, aunque topados o concertados previamente, siguen por las nubes; sino también por la desorganización que se constata en el espacio y agobia a quienes encuentran allí una oferta más diversa que en el resto de los mercados del territorio.

Pero es innegable que, desde hace algún tiempo, en el conocido “Karaoke” la presencia de productos frescos e industrializados resulta notable. Lo reconoce Jorge Valdivia Rodríguez, viceintendente de Bienes y Consumo del Gobierno Municipal, que participa en los comités de contratación y concertación de precios para poner coto a la especulación, la ilegalidad y la inflación, fenómenos que, junto a la escasez, emplazan al ciudadano común, que apenas (sobre)vive con su salario.

“De las 27 bases productivas que forman parte del Sistema de la Agricultura en el territorio, casi un 50 por ciento ya tienen participación todos los sábados. A pesar de que se nos sigue abasteciendo con otros envíos provinciales, la respuesta de los productores locales ha permitido estabilizar la comercialización de varios renglones”.

Por encima de una realidad que desfonda el bolsillo de unos cuantos, la oferta en ese espacio significa un alivio para la mesa de los trinitarios. “Está aprobada la venta de viandas, hortalizas, frutas, granos, carnes, productos procesados y conservas”, apunta Alfredo Balmaceda Fernández, administrador de la Feria Agropecuaria, a donde acuden últimamente también algunas mipymes de la ciudad y de otras localidades.

La iniciativa ha respaldado la comercialización de pollo, pastas, artículos de aseo, entre otros productos, a precios un poco menos altos; sin embargo, congestiona aún más el espacio que ya le queda chiquito al “Karaoke” de Trinidad.

En el horario pico de la feria —entre nueve y once de la mañana— no hay quien transite con tranquilidad ni seguridad por los diferentes puntos de venta. Motos, motorinas, bicitaxis y hasta carretones desandan arbitrariamente por el interior del recinto y constituyen una amenaza para la integridad física de las personas, da igual que sean mujeres o adultos mayores.

Margarita Trocones, una maestra jubilada, viene cada vez que puede. “Compro algunas viandas y hortalizas, pues mi pensión no da para más. Pero con este desorden que hay ahora tengo miedo de que me den un mal golpe. Hay que frenar esta indisciplina”, expone.

¿Cómo se permite el acceso de este tipo de vehículos a un espacio cerrado y concebido para la comercialización desde las tarimas? El asunto se les ha ido de las manos a todos los responsables de la organización de la Feria, quienes no solo deben asegurar una oferta variada, sino también velar por que no se violen ni el peso ni el precio de los productos pactados y también por su buen desenvolvimiento en general. 

Y no es que no se haga. Sería injusto no reconocer cuánto se ha logrado en lo que a seguimiento y control se refiere desde el Gobierno, el Partido y la Agricultura. A ello se suma el desempeño del cuerpo de supervisores de la Dirección Integral Municipal (DIM), todavía con debilidades por múltiples causas, entre ellas la imposibilidad de contar hasta ahora con las básculas para comprobar el pesaje de los productos y la escasa denuncia ciudadana ante las violaciones.

De acuerdo con Liety Rivero Díaz, jefa de grupo de la DIM, las personas pudieran colaborar más. “Eso contribuiría a detectar un número mayor de infracciones, sobre todo las referidas al Decreto Ley No. 30 que establece severas cuantías entre 2 500 y 5 000 pesos de multa por violaciones de tarifas y precios”. 

¿Debe la población denunciar a quienes les roban en la pesa o el bolsillo? Solo en ocasiones se hace; en otras se niega a reclamar su derecho, consciente incluso de que no lleva toda su mercancía a pesar de la cifra que desembolsó para adquirirla.

Pero el rol de los supervisores resulta fundamental como máximos responsables de notificar, prevenir, decomisar o multar a los transgresores. Y eso persiste como debilidad. “Sería mucho más efectiva nuestra labor si estuvieran también fuerzas del Ministerio del Interior. La presencia del uniforme impacta”, agrega la jefa de grupo.

Lo que no puede suceder, ni en la Feria de Trinidad ni en ningún lugar de Cuba, es que vendedores inescrupulosos alteren la pesa o la tarifa de productos de primera necesidad, muy lejos aún de la capacidad de compra de las personas de menos ingresos, especialmente los jubilados.

Se necesitan con urgencia las dos básculas de comprobación, ya compradas y en proceso de certificación, junto al accionar coherente de los supervisores, que en los primeros meses del año han impuesto, solo los sábados, alrededor de 50 multas, más de la mitad en lo que va de febrero, según datos ofrecidos por Porfirio Pérez Aróstica, director de la DIM en esta localidad sureña.

En cuanto a la desorganización y la indisciplina que se generan puertas adentro, la prohibición de la entrada de cualquier tipo de vehículo en medio de la venta resulta una medida a implementar con prontitud, así como la de mejorar con obras de asfalto el interior del recinto, intransitable cuando llueve.

La propuesta de acondicionar un parqueo en un área próxima al “Karaoke” —asegura Valdivia Rodríguez— ya fue presentada a la Asamblea Municipal del Poder Popular; y parte de los ingresos por la custodia de estos medios de transporte iría a la cuenta de festividades del Gobierno como una contribución igualmente necesaria.

Podría ser, además, la solución al desorden instalado en las últimas cuadras alrededor de la Feria, donde varios puntos móviles proponen su mercancía, casi siempre comprada o acaparada en el propio lugar antes de su apertura, para luego ser revendida.

Amén de estas deficiencias organizativas y de los precios que parecen no tener frenos, la Feria Agropecuaria en este municipio ha ganado en cantidad y variedad de ofertas. En ello coincide la mayoría de los entrevistados por Escambray. Ahora los trinitarios tienen la última palabra.

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