Trinidad se queda en casa
Ante la amenaza de la COVID-19, la villa resguarda a sus habitantes con medidas efectivas para evitar la propagación. Estrechan vigilancia epidemiológica y aseguran servicios básicos a la población.
Trinidad vive una quietud de cristal, tal y como la dibujó en su canción la trovadora Isabel Bécquer, la Profunda. El bullicio que anima esta urbe pequeña y cosmopolita decidió quedarse en casa, a buen recaudo; ya no se escucha el alboroto de los niños camino a la escuela, la música en bares, cafeterías y restaurantes, el latido melodioso de una ciudad que cautiva al visitante.
Los trinitarios — por suerte la mayoría— entienden y agradecen las medidas previsoras anunciadas por el gobierno cubano ante la amenaza de propagación del nuevo coronavirus por casi todo el planeta; y eso contrasta...