Ciudad del Vaticano, 25 dic (Prensa Latina) Un llamado a la paz, justicia, reconciliación y misericordia, especialmente con las personas más vulnerables, hizo hoy aquí el papa Francisco al mundo por la Navidad.
En su tradicional mensaje ‘Urbi et Orbe’ (De la ciudad al mundo), el sumo pontífice afirmó que ‘la luz de Cristo’ prevalece sobre las tinieblas existentes ‘en los corazones humanos’, ‘en las relaciones personales, familiares, sociales’ y ‘en los conflictos económicos, geopolíticos y ecológicos’.
En ese sentido pidió que esa luz bañe a ‘tantos niños que sufren la guerra y los conflictos en Oriente Medio y en diversos países del mundo’ y que ‘el pequeño Niño de Belén’ sea esperanza para todo el continente americano, ‘donde diversas naciones están pasando un período de agitaciones sociales y políticas’.
Que reanime -precisó- al querido pueblo venezolano, probado largamente por tensiones políticas y sociales, y no le haga faltar el auxilio que necesita.
‘Que bendiga los esfuerzos de cuantos se están prodigando para favorecer la justicia y la reconciliación, y se desvelan para superar las diversas crisis y las numerosas formas de pobreza que ofenden la dignidad de cada persona’, subrayó.
Francisco se refirió con los mismos buenos deseos a ‘Ucrania, que aspira a soluciones concretas para alcanzar una paz duradera’, y a ‘los pueblos de África, donde perduran situaciones sociales y políticas que a menudo obligan a las personas a emigrar, privándolas de una casa y de una familia’.
Invocó, asimismo, el amparo de Dios para quienes ‘a causa de estas y otras injusticias, deben emigrar con la esperanza de una vida segura’, obligados por la injusticia a atravesar desiertos y mares, transformados en cementerios.
La injusticia, acotó el Papa, los fuerza a sufrir abusos indecibles, esclavitudes de todo tipo y torturas en campos de detención inhumanos. La injusticia les niega lugares donde podrían tener la esperanza de una vida digna y les hace encontrar muros de indiferencia.
Que el Emmanuel -expresó- sea luz para toda la humanidad herida, ablande nuestro corazón, a menudo endurecido y egoísta, y nos haga instrumentos de su amor.