Más de 500 pobladores fueron beneficiados tras el movimiento constructivo y de reparación de instituciones sociales que hizo posible la reanimación del poblado de Guayos
Por: Carmen Rodríguez (Tomado de Escambray)
Quizá fue el sentimiento de los primeros pobladores que se plantaron en aquel rinconcito del sureste de Guayos cerca del antiguo ingenio; pero nadie, ni los que llevan decenas de años viviendo en el lugar saben a ciencia cierta el porqué del nombre, que tal vez llegó como algo tan natural como su gente, dispuesta a resolver sus problemas o el deseo de que algo bueno se cumpla como sucedió a inicios de abril, cuando dejó de ser una ilusión la reanimación de la comunidad de La Esperanza.
Año tras año, los problemas del pequeño asentamiento se fueron acumulando y, al decir de la mayoría, los dos últimos fueron duros, porque las escaseces fueron más marcadas y el hecho de ser una comunidad aislada puso a los más de 500 habitantes en desventaja, ante una pandemia que los vapuleó y les trajo días de incertidumbre, cuando en marzo del pasado año se disparó la curva de contagios en Guayos y se abrió un evento en la comunidad.
“Esto que se hizo ahora hacía falta, porque no voy a decir que el barrio estaba desatendido del todo, pero sí descuidado y nadie, excepto el delegado, se ocupaba de problemas que no son nuevos: la tienda y el consultorio estaban desvencijados y el techo del Círculo Social se hallaba en peligro de derrumbe”, cuenta Mariuska Carmenate Lorenzo, una lugareña que pondera, sobre todo, el hecho de que los niños tengan su parque infantil.
Y es que desde los inicios del presente año el asentamiento guayense ha sido protagonista de la ejecución de diversas acciones como parte del programa de transformación integral de barrios vulnerables que se lleva a cabo en todo el país con el objetivo de desempolvar y resolver problemas sociales y otros muy objetivos relacionados con asuntos tales como la falta de agua potable y redes hidrosanitarias, dificultades con los viales, viviendas en mal estado y escasez de servicios públicos.
ASUNTOS CERRADOS
Jacinto Gutiérrez Carballido, el delegado de la Circunscripción No. 82 del Consejo Popular de Guayos, popularmente conocida como La Esperanza, desde hace unos días desanda más despacio cada rincón del barrio, pues no quiere que el esfuerzo de tantas semanas se vaya a pique por la indolencia o la apatía de algunos.
“Uno de los primeros problemas a solucionar era el de los salideros. Había siete en total que tenían a la comunidad sin una gota de agua. Todos se arreglaron, mejoró el abasto y se pasó entonces al arreglo del camino, que estaba intransitable”, refiere Jacinto.
Algunos opinan que faltó voluntad para que los pobladores “metieran más el cuerpo” junto a las entidades involucradas, pero se trabajó en el alumbrado, se reparó el Círculo Social Obrero con una nueva cubierta, se restauró totalmente el consultorio médico No. 15, el cual cobró vida con el mejoramiento de instalaciones eléctricas, sanitarias, hidráulicas y nuevo mobiliario.
“Se hizo un levantamiento casa a casa para conocer las problemáticas de los 209 núcleos, de modo que se pudo ayudar de forma diferenciada a algunas familias a las que se les otorgaron recursos para eliminar pisos de tierra y reparar los techos de las viviendas; se habilitaron los servicios comunales con una plaza para la recogida de desechos sólidos; y excepto tres, que son muy puntuales, se resolvieron los planteamientos pendientes”, puntualiza el delegado.
NO TODOS LOS PÁJAROS CAYERON DE UN TIRO
Los más de 2 kilómetros que separan el poblado de Guayos parecen pocos, pero pesan, sobre todo a los ancianos, que sienten la imperiosa necesidad de tener cerca un local para la compra de medicamentos.
“Mire, se sabe que no es tan lejos, pero es una odisea comprar medicinas en Guayos porque no alcanzas, aunque duermas en la cola y se hicieron muchas cosas, pero hace falta una farmacia”, explica Carlos, un campesino al que la distancia se le alarga desde la Cooperativa de Créditos y Servicios Julio Hidalgo.
Es esa, precisamente, una de las insatisfacciones que le quedan a Jacinto junto al hecho de que tampoco cuentan con un punto de venta de la Agricultura Urbana “y tienes que morir con el carretillero”.
“Quedan problemas por resolver como el de las viviendas en mal estado, pero también el planteamiento más antiguo que tiene este municipio con más de 30 años: eliminar una vieja tendedera eléctrica que abastece seis casas a la entrada del barrio”, precisa Gutiérrez Carballido.
Junto al poblado guayense otros seis barrios del municipio de Cabaiguán serán beneficiados este año con acciones de rehabilitación, construcción y otros empeños sociales, ellos son: El Paraíso, Neiva, Mota, la zona de desarrollo Silverio Blanco, El Cocal y San Luis.
Por ahora, en La Esperanza ya se cumplieron algunas de las expectativas de los pobladores del pequeño emporio, rodeado de grandes centros que pueden aportar más para que no se pierda la confianza en organizaciones que se preocupan y ocupan de lo material, pero necesitan del apoyo de muchos para llegar a lo espiritual y solucionar las problemáticas sociales que restan. Como diría el cantor Venga la Esperanza… que viene de esperar, del latín sperare, un vocablo que regaló al español esperar, desesperar, y también prosperar.
Publicación Recomendada: