Hace unos días el joven escritor de Cabaiguán en Sancti Spíritus, Roberto J. González obtuvo sendos premios en concursos que se convocaron desde las provincias de Guantánamo y Camagüey, respectivamente. Se anunció como ganador de la primera edición de la Beca de Creación Literaria “La noche bocarriba” de la Asociación Hermanos Saíz en Guantánamo con el cuento “En algún lugar de la tierra”. Y en el cierre de la XX edición de la Cruzada Literaria en Camagüey, se dio a conocer en la premiación del Concurso Bustos Domecq, que Roberto J. González Rodríguez, resultó ser el ganador por el cuaderno de cuentos “Pájaros enjaulados”.
Tomado de Claustrofobias
De inmediato le escribí a Roberto para seguir promoviendo a los escritores jóvenes cubanos. Supe que actualmente trabaja como contador en la Empresa Refinería de Petróleo Sergio Soto de Cabaiguán, perteneciente a Cupet, específicamente, en las finanzas, esas que lo desvelan los días finales de cada mes “y que tratan de robarme todo el tiempo, como si le tuvieran celos a la literatura”; y le pregunté por Cabaiguán, ese municipio de tradición literaria “donde se celebra el evento Cabaiguán, un pueblo con suerte, por la cantidad de escritores que ha dado este pueblo”. “Sí, nací en un campo de Cabaiguán, es por eso que con este cuento trato de representar la vida campesina, mis raíces del campo, aunque no todo lo escribo es sobre estos temas, solo el libro que ganó el Bustos Domecq versa sobre esta temática, era una deuda con mi campo, con mi familia, conmigo mismo”, me respondió en un diálogo fluido que sostuvimos por Whatsapp.
“Mi primera maestra fue María Elena González, excelente narradora y mi prima, lamentablemente ya fallecida. Ella fue quien me abrió las puertas en este mundo de la literatura, quien leyó mi primer cuento, quien me llevó al taller literario, para ella va dedicado incondicionalmente todo lo que escribo, su sonrisa siempre está en mis cuentos, mientras los escribo. No podría dejar de mencionar también a Senel Paz, maestro de muchos. ¡Me han ayudado a crecer como escritor Jorge Silverio, narrador y asesor de taller Rubén Martínez Villena, Oscar G. Otazo y Marlene E. García Pérez, a quien suelo llamar mi ángel literario!”
¿Y vives en el pueblo de Cabaiguán o unos kilómetros más allá, en lo profundo?
Vivo en ambas partes, en el pueblo porque trabajo, tengo mi casa acá, mi esposa. Soy del pueblo de lunes a viernes, soy del campo los fines de semana, cuando voy para la finca de mi padre, pero de la comarca soy siempre, en mi cabeza, en mis manos y en el aire que trato de robarme cada vez que me marcho de la finca para tener siempre el olor a campo en mis pulmones.
En algún lugar de la tierra, el cuento ganador de La Noche Bocarriba aborda la temática rural. ¿Por qué escribir sobre el campo?
La temática campestre no suele ser recurrente en mi literatura, me gusta probar temas nuevos, no quedarme siempre en el mismo espacio a la hora de escribir. Este cuento es una especie de homenaje a mi padre y su finca, ese pedacito del mundo que tanto él ama y me ha enseñado a amar. Esta historia es mi forma de mostrarle cómo me ha enseñado a querer ese lugar de la tierra que siempre será nuestro refugio.
¿Y en el Bustos Domecq también se habla del campo?
Sí. Cuando escribí el cuento ganador de la Beca, me quedé con deseos de seguir contando, era como si aún la tierra quisiera que escribiera sobre ella. Dos meses después llegó el primer cuento de “Pájaros enjaulados”, un libro compuesto por siete historias que cuentan la vida de una familia campesina, pero no la vida de una familia feliz completamente, para algunos la tierra es vida, para otros es prisión y por qué no, otros ven la tierra como sepulcro, como un tentáculo gigante que los quiere apresar en sus adentros.
Graduado de Contabilidad… ¿Hasta dónde te aporta esa formación en la escritura?
Muchas creen que la Contabilidad son sólo números, pero la Contabilidad requiere de mucho análisis y observación. Los escritores tenemos que observar y analizar mucho para construir nuestros personajes. Creo que la Contabilidad ha desarrollado mi poder de observación y unido a la imaginación, parte que valoro mucho en todo escritor, llegaron las ciencias contables para encender las ganas de contar no sólo balances y estados financieros, sino también historias. Lo más raro es que nunca he podido relacionar un cuento con la Contabilidad, parece que la economía y la literatura tengo que llevarlas por el mismo camino, pero por separado, cada uno por un lado diferente.
¿Qué referencias de la literatura cubana y latinoamericana te acompañan para narrar sobre temática rural?
Creo que el maestro Onelio Jorge Cardoso nos ha guiado a muchos jóvenes narradores. El llano en llamas, de Juan Rulfo, es uno de mis libros de cabecera. También está Horacio Quiroga, Gabriel García Márquez, el Gabo con su forma tan mágica de construirnos a Macondo más contemporánea; la novela Distancia de rescate, de Samanta Schweblin, una obra que describe la contaminación y sus consecuencias en los campos de Argentina.
¿Y cómo está ordenada la biblioteca personal de Roberto?
Bueno, te confieso que ordeno por los gustos. No puedo leerme un libro que no me atrape desde las primeras páginas. Puedes encontrarte a Madame Bovary, la Ilíada, Cien años de soledad, Viudas de sangre, de Daniel Chavarría…; y también literatura cubana, mucha, por ejemplo, Triple C, de David Martínez Balsa; Oficio de hormigas, de Sindo Pacheco; Matarile, de Guillermo Vidal… como ves, mucha variedad.
¿Pero tienes un libro publicado en el extranjero por la editorial Primigenios?
Mi primer libro, Los ojos tras la ventana, fue publicado por la Editorial Primigenios en el 2021. Es un libro que me trajo muchas alegrías y muy buenos amigos a partir de que lo leyeran. Las historias tratan de la felicidad incompleta que a veces tenemos los seres humanos, de esas ganas de hacer más y que a veces la misma cotidianidad nos frena, con una pared casi invisible. Es un texto donde los cuentos son más breves, pero que siempre dejan al lector la última palabra, la oportunidad de salvar o no a los personajes.
¿Y has pensado publicar en Cuba?
Sí, en estos momentos tengo un libro aprobado por los lectores especializados en la editorial de mi provincia. Creo que las editoriales cubanas necesitan abrirle las puertas a la joven literatura. Tenemos muy buenos talentos jóvenes en toda la isla. Por suerte contamos, además, con la AHS y todas las oportunidades que esta nos brinda.
¿Y la AHS y el Centro Onelio te han marcado en tu carrera como escritor?
Son dos casas para mí donde siempre encuentro un abrazo y una palmadita en el hombro. La AHS es un regalo para los jóvenes artistas, una puerta que al abrirla te reciben siempre con una sonrisa. El Onelio es magia, es ese lugar donde la felicidad no parece terminar nunca, donde los amigos se convierten en familia, donde los profesores son tus nuevos padres. El Onelio cambia vidas y une vidas para siempre.
¿Llevas rutinas de escrituras? ¿Escribes todos los días?
He tratado de escribir todos los días, pero verdaderamente no me ha funcionado. Desde hace un tiempo lo hago, sobre todo para lograr el oficio tan necesario del escritor, pero soy de los que tienen que esperar el momento adecuado donde quiere nacer la historia, donde los personajes me dictan lo que quieren hacer, no lo que yo pretendía hacer con ellos. Recientemente, en el Onelio, la profe Yamila usaba un término que me gustó mucho: la iluminación.
¿Y has intentado escribir otros géneros literarios?
Hace poco comencé con la poesía, pero confieso que respeto a los poetas y su trabajo. La narrativa te permite licencias que la poesía no, a veces un poeta en tres transmite lo que un narrador cuesta en tres o cuatro páginas. La poesía nace de una imagen, de un sentimiento. Quiero continuar con la poesía, pero necesito leerla más, estudiarla más.
¿Qué no debe faltarles a las historias que deseas leer?
Sentimientos. Creo que toda historia más allá de estar bien narrada, con un derroche de técnicas, debe tener sentimientos, emociones que despierten las ganas de continuar en las páginas del libro. Para mí, un libro que tomo como ejemplo de esto es: Flores para Algernon, de Daniel Keyes. Esta novela nos muestra una transformación psicológica cargada de emociones y sentimientos. Es un libro al cual siempre acudo, un texto que me sirve para pensar en cómo los seres humanos podemos cambiar, pero que no siempre el camino llega con la felicidad.
¿Ya tienes niños?
No, no tengo niños. O bueno, sí, porque suelo llamar a mis cuentos hijos, porque todo el proceso es como un parto: desde que se siembra la idea hasta que, finalmente nace la historia.
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