Tras el Golpe de Estado del 10 de Marzo de 1952, al cual se opone rotundamente, Rodolfo León Perlasia decide incorporarse por entero a la lucha revolucionaria y se integró a las actividades clandestinas junto a otros estudiantes
Por: Daisy Pilar Martín Ciriano
Tras conocerse en el territorio villareño de la presencia del Che y sus guerrilleros en el Escambray, muchos jóvenes simpatizantes intentaron unirse a los guerrilleros y subieron al lomerío. Unos eran enviados por el Movimiento 26 de Julio y otros, movidos por sus ideales tomaban por su voluntad los senderos. Muchos lograron llegar, pero otros resultaron víctimas de los esbirros de la dictadura. Así ocurrió con Rodolfo León Perlasia.
Nacido en San Andrés, municipio de Placetas, el 14 de Junio 1937, provenía de un hogar humilde. Su padre laboraba en tareas agrícolas y la madre era empleada de correos. Realizó sus primeros estudios en la escuela pública de la localidad y con 15 años se traslada para La Habana donde continuó los estudios en una academia nocturna, ya que durante el día trabajaba como empleados en una farmacia.
Se encontraba en la Capital cuando ocurre el Golpe de Estado del 10 de Marzo de 1952, al que se opuso rotundamente y decide incorporarse por entero a la lucha revolucionaria. Se integró a las actividades clandestinas junto a otros estudiantes y al ser perseguido, por lo que tuvo que se traslada nuevamente para Placetas.
En esta ciudad se encuentra con varios jóvenes que se preparaban para dirigirse al Escambray para unirse a las tropas de Ernesto Guevara. Rodolfo sin dilación se integra al grupo y emprenden la marcha hacia el macizo montañoso del Escambray.
Durante el trayecto del recorrido y en las proximidades fueron localizados por una avioneta que seguramente informó al cuartel. Las tropas del ejército los acosaron y lograron dispersarlos, aunque algunos fueron apresados, entre ellos Rodolfo junto a Joaquín Reyes Hernández. Ambos fueron torturados horriblemente en una herrería que estaba ubicada en el pueblito de Santa Lucía de donde fueron sacados al anochecer y asesinados en el callejón cercano. Era 28 de noviembre de 1958, faltaba muy poco para la liberación del territorio.
Después del triunfo de la Revolución sus restos fueron trasladados a su pueblo natal. Al desenterrar los cuerpos se observó con horror e indignación, que ambos jóvenes habían sido asesinados con las manos atadas a la espalda.
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