Hoy me acompaña en esta “contienda” periodística el testimonio de la rusa Lida Sansanova y la ucraniana Valentina Azabrán, dos apasionadas y agradables mujeres que por cerca de 50 años viven en mi querido pueblo. Las dos “desembarcaron” por el amor carnal desde tan distantes lugares.
Por: Osbel Ramón Díaz Mondeja
Lida, natural de San Petersburgo (Antiguo Leningrado), Valentina de la región de Jaico, Ucrania. Lida como pintora “violó el espacio aéreo cabaiguanense” a través del pincel y los tejidos con los cuales expresó el amor por su tierra natal y ha dejado su huella en este pueblo al que tanto le agradece.
¡Aquí cada gatico y cada perrito me conocen! Asegura en su mezcla de ruso -español.
Por su parte Valentina se «atrincheró” con sus conocimientos como ingeniera civil en el tratamiento del agua y la ejecución de sistemas residuales donde se jubiló y continuó prestando colaboración.
Lida y Valentina, dos mujeres que su “guerra” ha sido siempre la paz por la creación laboral y espiritual de su personalidad. Dos historias diferentes pero el mismo amor, ese que tanto necesita este planeta que hoy todos habitamos.
Por estos días cuando escucho algunos opinar sobre el conflicto entre Ucrania y Rusia como si se tratara de un partido de futbol o béisbol. Que si la culpa es de quién o más cual, que si hay que sancionar, que ese conflicto es de tiempos de antaño. Pienso entonces en aquella máxima que la guerra es una masacre entre hombres que no se conocen para los intereses de otros que si se conocen pero que no se masacran.
Ante tanta avalancha de titulares y opiniones vuelvo “a mi campo de batalla” y grabadora en mano “hago diana” en las horas cotidianas de Lida y Valentina, dos mujeres que abrieron sus puertas para convencerme que lo más importante será siempre el ser humano.
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