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Sancti Spíritus camino a la despoblación

El dilema de la despoblación se cierne cada vez más sobre territorio espirituano: en la provincia mueren más personas de las que nacen

Tomado de: escambray.cu

Su voz suena feliz en esta charla vespertina. Imagino su mano deslizándose, tierna, sobre el vientre, donde el pasado 10 de marzo, por medio de la inseminación artificial intrauterina, fue colocada la simiente de lo que sería el embarazo.

“Tengo ya casi seis semanas. Quince días después del proceder me confirmaron la gestación, luego de dos años de tratamiento en el Centro Provincial de Reproducción Asistida. Pero antes mi esposo y yo habíamos acudido a la consulta municipal para la atención a parejas infértiles y en todo ese tiempo tuvimos que vencer numerosos obstáculos”, refiere, entusiasmada.

La doctora Yailí Díaz Viña, de 31 años y trabajadora del Policlínico de Yaguajay, ofrece detalles sobre los numerosos procedimientos a que debieron someterse ella y su esposo, incluida una intervención quirúrgica para desobstruir sus trompas y el tratamiento de una sepsis seminal, al inicio del proceso.

“Los viajes a Sancti Spíritus eran muy frecuentes; unas veces corrían por cuenta nuestra y otras íbamos en el ómnibus de los turnos médicos. Las cosas se complicaron con la COVID-19, porque debo tener mucho cuidado y es un problema más en medio de todo esto, pero no iba a desistir por esa razón”, confiesa.

En la calle Raimundo, de la cabecera provincial, Yensy Bou Alonso da gracias a la vida por haber traído al mundo a una niña nacida en julio del pasado año, en medio de la pandemia. A ella le resultó más corto el camino, luego de presentarse a la consulta de infertilidad del municipio en busca de un hijo para el nuevo matrimonio, tras la crianza de dos varones con edades dentro del rango de la adolescencia.

Pero procurar embarazos no es tendencia marcada entre los matrimonios de hoy. Desde hace algunos años, y sobre todo luego de iniciado el azote del virus SARS-CoV-2, las mujeres en edades fértiles y sus parejas lo piensan una y otra vez antes de decidirse a procrear.

De acuerdo con los datos ofrecidos por el departamento que lleva el Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) de la Dirección Provincial de Salud, la natalidad se ha venido reduciendo en el último decenio. Allí sostienen que, como regla, resulta más factible que quienes procrean sean mujeres con menos condiciones materiales para hacerlo.

“No estoy dispuesta a parir ahora, mi esposo y yo acordamos esperar. Todo está muy difícil y para conseguir cualquier cosa, desde la comida del bebé hasta los pampers o las toallitas húmedas, hay que ser casi mago. Encima de eso, está el enorme riesgo del coronavirus”, argumenta Yisley Fiallo Hernández, joven estomatóloga que labora en Banao.

ESTADÍSTICAS ELOCUENTES

Muy lejos de las consideraciones hogareñas acerca de si tener descendencia o no, los datos del balance demográfico de la provincia, llevados al detalle por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) en Sancti Spíritus, revelan la gravedad del asunto.

Según los registros de dicha institución, al cierre del 2020 la población espirituana se había reducido en más de 1 230 habitantes en comparación con el período precedente. Asusta leer, por ejemplo, que el número de muertes durante el pasado año se elevó a 4 739, en tanto el de nacimientos fue de 3 843. Si a eso se le añade el saldo migratorio, que en el propio período incluyó a algo más de 330 personas, aflora claramente la tendencia decreciente.

La propia ONEI registra un marcado desbalance entre la tasa bruta de natalidad en Sancti Spíritus durante el período analizado (8.3 nacimientos por cada 1 000 habitantes) y la tasa bruta de mortalidad (10.2 fallecidos por cada 1 000). Más claro, ni el agua.

Algunos municipios, como Cabaiguán, Yaguajay, Taguasco, Fomento y Jatibonico, muestran diferencias manifiestas, en tanto La Sierpe resulta el único con un saldo positivo entre ambos indicadores. Sancti Spíritus, el territorio más poblado, con una cifra superior a los 143 200 habitantes al cierre del año pasado, supera por mucho a Trinidad, el que le sigue en orden descendente, en cuanto a la disparidad.

Si se revisan las estadísticas del PAMI relativas a los nacimientos del último decenio, las alarmas se disparan. Con signo de más están marcados únicamente los años 2013 y 2014, cuando se registraron incrementos de 30 o menos alumbramientos. De entonces a la fecha el signo negativo no ha dejado de aparecer junto a cada uno de los registros anuales, con una reducción promedio de 208 nacimientos. En el 2019 la diferencia fue de 265 neonatos, y en el 2020 significó 325 recién nacidos menos.

Al paso que lleva la provincia, la tercera más envejecida del país y donde el número de muertes ha ido en ascenso como consecuencia lógica, el decrecimiento de la población podría alcanzar niveles desafortunados.

DE PRIORIDADES Y APOYO GUBERNAMENTAL

Yudiana Afonso Álvarez, coordinadora de Programas y Objetivos en el Gobierno Provincial, sostiene que desde la máxima dirección del país se concede gran importancia al incremento de la natalidad, razón por la cual desde hace varios años se adoptan medidas de respaldo a la dinámica demográfica.

Como muestra de ello, apunta, anualmente se destina un financiamiento para la atención a madres con tres o más hijos, que en 2019 y 2020 ascendió a 50 millones de pesos para todo el país. En el año precedente a la provincia se le asignó 1 500 000 pesos, cifra que permitió respaldar, de acuerdo con la fuente, a más de una veintena de madres, mediante acciones constructivas consistentes en conservación y rehabilitación de sus viviendas, así como por medio de la construcción de nuevos domicilios.

“Tenemos identificadas a 1 184 madres con tres o más hijos menores de 17 años. Han recibido beneficios desde entonces casi un centenar de progenitoras; no se ha parado durante la epidemia, como programa de la vivienda al fin”, especifica Afonso Álvarez. 

Tampoco se ha detenido el Programa de Atención a la Pareja Infértil, dirigido y controlado con toda prioridad desde el PAMI, aunque son los médicos de la familia quienes se encargan de identificar y registrar a las parejas de su radio de acción con condiciones para considerarse tributarias de dicha atención.

“Todas las condiciones están creadas para que nada se detenga: se han incrementado las medidas sanitarias, se han adecuado los espacios y en lo relativo al transporte se buscan alternativas para el traslado de las parejas por mediación de los Consejos de Defensa Municipales”, explica Carlos Alberto Salazar, psicólogo del equipo y coordinador en funciones al momento de la entrevista.

NUEVOS LATIDOS, NUEVAS VIDAS

Aunque desde hace décadas en el Hospital Materno Provincial, primero, y en el Camilo Cienfuegos, después, existe la consulta conocida como de infertilidad, tres años atrás fue creado el Centro Provincial de Reproducción Asistida, que aun sin contar con tecnología de punta ha conseguido resultados plausibles.

En un local del mayor centro asistencial espirituano, donde tiempo atrás funcionaba la Clínica del Dolor, un equipo multidisciplinario centra su labor en tratar a parejas que fueron remitidas desde las consultas municipales.

Mitad de mañana de un día de abril. Rubén Monteagudo Morgado, especialista en Ginecobstetricia, va dictando los parámetros de la imagen que asoma en la pantalla. Está particularmente emocionado desde que la paciente lo llamara para comunicarle, nerviosa, el resultado positivo del test que acababa de realizarse.

“Este es el embarazo número 24 en el año. Todo va como debe ser”, anuncia. El regocijo se percibe en el ambiente mismo, en las pacientes que aguardan afuera y que ven salir a Yanelis Campillo, de 38 años y residente en Placetas, toda radiante.

“Al comienzo el promedio anual era de 15, 20, cuando más 25 embarazos. A partir de la existencia del Centro propiamente, el número se incrementó a varias decenas. El año pasado logramos exactamente 80”, significa el doctor.

Yadira Rodríguez, joven de 29 años con domicilio en Tunas de Zaza, comparte su añoranza por ser madre, que la ha llevado a viajar durante casi una década, muchas veces en días alternos. “El equipo de Rubén es una maravilla. No salgo yo (embarazada), pero salen otras pacientes. Ahora mismo no pude evitar las lágrimas cuando la vi a ella tan feliz”, declara.

En otro punto del territorio espirituano, mientras esperan por la atención del especialista en Pediatría en un Consultorio del Médico y la Enfermera de la Familia, numerosas mujeres sostienen en brazos a sus bebés, con las mascarillas de rigor, y desafían el reto que implica el estar transitando por el segundo año de una epidemia a la que todavía no se le ve el fin.

Mientras unos temen, otros se arriesgan. Que el balance se incline definitivamente hacia la sumatoria de nacimientos no será obra del azar. De no estabilizarse esa correlación definitoria, Sancti Spíritus, provincia con un envejecimiento poblacional que dejó de ser nuevo, se irá quedando, sin remedio, cada vez más sin jóvenes, sin, niños, sin brazos para sostenerla, sin vida qué legar a la posteridad.  

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