Sergio Jerónimo Soto Valdés, cariñosamente conocido como Sotico, recibió la influencia política de su padre Sergio Soto Morales, que fue Jefe de Acción de la primera estructura de la Dirección del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en Punta Diamante
Por: Daisy Pilar Martín Ciriano
Muchas veces la historia y sus historiadores, se aferran en destacar las proezas y valentía de sus mártires, pero en ese indagar aparecen momentos de su vida que humanizan y engrandecen su actuación.
Uno de estos casos resulta Sergio Jerónimo Soto Valdés, quien nació en Quemado de Güines, sin embargo se trasladó a vivir desde muy pequeño para el poblado de Cabaiguán y aquí se inscribió como mártir.
Sotico, como cariñosamente le llamaban, recibió la influencia política de su padre Sergio Soto Morales, que fue Jefe de Acción de la primera estructura de la Dirección del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en Punta Diamante y en su propia zapatería se constituyó la organización.
La vinculación del joven con los tabaqueros afianzó su repulsa al régimen por lo que, muy joven, se vinculó a la lucha clandestina y colaboró activamente en diferentes acciones que se desarrollaban contra la tiranía.
Por su destacada participación su vida estaba en peligro y tuvo que trasladarse hacia La Habana para protegerse. En fecha 13 de marzo de 1952, mientras se encontraba trabajando aún en la tabaquería, integró la Liga Amateur de Beisbol de Las Villas representando al club de tabaqueros Bauzá.
El punto de contacto estaba en la peletería El Modelo, de Placetas. En esta liga se mantuvo participando por espacio de dos años. Por aquellos tiempos el beisbol se jugaba por centros de trabajo y los dueños de las fábricas y comercios utilizaban este deporte para dar publicidad a su negocio.
Sergito a finales de 1958 asciende al Escambray y se incorpora a la tropa de Víctor Bordón, integrando posteriormente la Columna 8 Ciro Redondo. El 4 de diciembre de 1958 se produjo un encuentro en la finca Limones entre los rebeldes y soldados de la tiranía. Los militares batistianos resultaron derrotados y se ahuyentaron de la zona, incluida la comunidad de Santa Lucía. El grupo rebelde tuvo que lamentar la pérdida del valeroso combatiente Sergio Soto, Sotico. Su cuerpo fue velado en el cementerio de Santa Lucía considerado como territorio libre y fue enterrado en el cementerio de Manaca Ranzola.
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