Entre los que derramaron su sangre generosa para lograr la libertad de Cabaiguán y otros pueblos de Cuba, se encuentra Silverio Blanco, hijo de las tierras orientales e integrante de la Columna Nº 8 Ciro Redondo.
La vida de este valeroso guerrillero e intrépido invasor que ni siquiera conoció las primeras letras se recoge en un libro editado por Ediciones Luminaria en Sancti Spíritus. Tras su reedición en el pasado año, se agregaron nuevas informaciones y se corrigieron detalles que enriquecen la información respecto a su vida y trayectoria.
La finca de Las Cubeñas, situada en la región conocida como Aguas Verdes, formaba parte también de las zonas montañosas de Oriente. Allí estaba el hogar, integrado por Fernando Blanco Anaya y Amelia Catalina Núñez Rodríguez nacieron sus doce hijos, dos de los mayores formaron parte del Ejército Rebelde.
Hoy, cada año, alguno de los hermanos del mártir se traslada hasta Cabaiguán para participar en el acto por la liberación del poblado, el 22 de diciembre.
Siempre visitan el lugar donde resultó mortalmente herido Silverio y desde la altura conocida como la loma de La Chicharra divisan el Escambray y Caballete de Casas, lugar donde acampó en varias ocasiones el guerrillero.
Quiso la casualidad que en el combate en la microonda, mientras combatía, fuera alcanzado por un proyectil en la cabeza y se debatió entre la vida y la muerte durante cinco días en la Clínica de Escogedores. A pesar de que el poblado de Cabaiguán fue liberado el día 22, Silverio no conoció de la alegría, perdió su última batalla frente a la muerte cinco días después.
A su memoria fue nombrado el otrora Instituto Superior Pedagógico y hoy, el Centro Universitario de la localidad se inscribe también con el nombre del valeroso joven oriental que descansa junto a los restos de sus compañeros en Santa Clara.