miércoles, octubre 23El Sonido de la Comunidad
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Sin electricidad, sí, pero nunca sin luz

La luz que ilumina a este grandioso pueblo se demostró cada día de esta contingencia a través de la ayuda y la solidaridad de todos los cubanos

Los eléctricos cubanos demostraron su valor ante tantas horas de trabajo ininterrumpido para solucionar la contingencia que mantuvo en vilo a todo el país.

Por: Lillipsy Bello Cancio

Nuestro reconocimiento para los eléctricos y para este pueblo que una vez más vuelve a convertirse en el principal protagonista por su disciplina, por su compromiso. Los cabaiguanenses han demostrado que seguiremos dispuestos a enfrentar cualquier desafío por difícil que sea”: Y el mensaje, de la Primera Secretaria del Comité Municipal del Partido en Cabaiguán se multiplica, sin que sea necesario indicarlo la gente se hace eco en las redes, en cada esquina, en los barrios de este pedazo de Cuba, porque la gratitud no cabe en el pecho de los agradecidos.

Y es que han sido días muy difíciles: el desasosiego de la noticia del colapso del Sistema Electroenergético Nacional, cuyos antecedentes no eran menos desconcertantes después de meses de apagones larguísimos y agobiantes, con la única diferencia de que estaban más “organizados”, causó no pocos estragos en el alma de una Isla acostumbrada a lidiar con las dificultades pero exhausta de tanto bloqueo injusto, de tanta persecución despiadada, de tanto odio desparramado por aquellos que olvidaron, parece, lo más importante de sus esencias.

Del otro lado de la pantalla, el escarnio de una turba feroz y hambrienta de ojeriza; anhelante del fracaso de los de aquí sin importar que ello implicara, incluso, el sufrimiento de los suyos; feliz de la oscuridad de un país que la única culpa que carga sobre sus espaldas es la de querer un mundo diferente, donde la brecha entre ricos y pobres desaparezca, sin dominadores, ni dominados.

Por suerte, fuimos más, muchos más los que aplaudimos a nuestros eléctricos, los que acompañamos sus desvelos, su cansancio, el agotamiento de sus brazos (fuertes pero agotados), la preocupación que se les saltaba por los ojos, las frentes fruncidos y las voces por momentos, opacas… fuimos más, muchos más los que creímos, los que no cejamos, los que transmitimos la confianza que nos inoculó Fidel, para la cual todavía no han encontrado antídoto.

Por eso en los barrios, en unidades gastronómicas, en cooperativas hubo caldosas para todos; por eso no hubo distancia capaz de impedir que llegara el carbón a los necesitados, el pan a los más distantes, el plato de comida a los ancianos que viven solos; por eso no faltaron médicos, enfermeras, ambulancias; por eso nuestros campesinos acudieron a la feria sin que hicieran falta muchas reuniones ni tanto “discurso”; por eso los de esta emisora “zapateamos” la noticia y se supo siempre por dónde andaba la recuperación del sistema, qué asaba con el acueducto, a dónde podían ir a cobrar sus chequeras nuestros viejitos y el apoyo de TRANSCUPET a la tarea más importantes de todas durante la última semana: devolver la electricidad a la gente.

No hubo corriente, es cierto y también lo es el hecho de que no pocos se aprovecharon de las circunstancias y subieron el precio, por ejemplo, del azúcar a 600 pesos y más. ¡Pero qué hermosa esa preocupación por nuestros hermanos orientales, azotados además por un ciclón que hasta el momento ha dejado siete fallecidos, entre los cuales se encuentra una niña de cinco años, cuando aquí no teníamos agua, se nos echaba a perder lo que teníamos en el refrigerador y muchos no teníamos ni con qué cocinar!

¡Qué hermosa esa cubanísima sensación de felicidad por el bienestar del otro, por la integridad del otro!… Esas son las cosas con las que me quedo, no con las del insulso que anhela la Compañía Cubana de Electricidad, o con los que no creen en las sanciones a las navieras por traer combustible a Cuba, o los que chillan desde la otra orilla con la ferocidad de un tigre cuando los sabemos más dóciles que el más tierno de los gatitos.

Yo me quedo con los que hoy comparten lo que tienen con quienes lo perdieron todo; con quienes con las mismas dificultades que todos salieron todos los días a aliviar las penas de los otros… yo me quedo con quienes no creyeron nunca que les faltó la luz… sino que simplemente se quedaron sin electricidad. 

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