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Tabaquismo: Rostros jóvenes en el laberinto del humo

Expertos nacionales y provinciales alertan sobre la iniciación temprana en el consumo de tabaco; adicción causante de más de 10 tipos de neoplasias

En aquel rostro, apenas niño, dolían su imagen raída, su respiración agitada, los ojos buscando el oxígeno del balón.  Veintiún años tiene Ariel, 21 años perdidos en el laberinto del humo del tabaco.

Lamentable, pero más jóvenes cada día hacen del consumo de cigarros una práctica habitual, sin medir las consecuencias para su salud, la cual tarde o temprano andará en muletas.

Tal realidad concuerda con las estadísticas manejadas hoy por el Programa Nacional de Prevención y Control del Tabaquismo en la provincia: más del 15 por ciento de las personas fumadoras en Sancti Spíritus son adolescentes y jóvenes, indicativo de que la iniciación temprana en este tipo de adicción va en ascenso.

Cifras, no privativas de Sancti Spíritus, revelan que la prevalencia del consumo de tabaco entre los adolescentes de 10 a 15 años aumentó del 10.5 por ciento en 2010 al 12.7 en 2020, según informe del Ministerio de Salud Pública (Minsap).

Otros números también alarman: el 78 por ciento de los fumadores comenzó a consumir tabaco antes de los 20 años, y la proporción de adictos “pesados” (aquellos que consumen más de 20 cigarrillos al día) ascendió de un 10 en 2010 al 11.4 por ciento en 2020, recoge el propio documento del Minsap.

Más investigaciones nacionales echan luz sobre un hábito que aún no se esfuma: uno de cada 10 niños cubanos se lleva un cigarro a la boca en la etapa en la que cursan la Secundaria Básica, alertaba el diario Juventud Rebelde.

¿Cómo se traducen estas estadísticas en el resquebrajamiento de la salud de los jóvenes espirituanos? La respuesta llega en la voz del doctor Jorge Manuel Álvarez Blanco, jefe del Grupo Provincial de Oncología. “A la vista de cualquier cubano es perceptible que se fuma más, y que la edad de comienzo resulta cada vez más precoz, incluso, a los ojos del mundo, fumar en edades tempranas ya constituye una moda”.

“El consumo de tabaco —advierte el especialista— es uno de los factores de riesgo más importantes para el desarrollo de cáncer en el mundo; provoca un sinnúmero de muertes por día, y es responsable directo, al menos de 13 neoplasias malignas”.

En los cerca de 200 casos nuevos de cáncer de pulmón diagnosticados anualmente en Sancti Spíritus hay vidas jóvenes, las cuales, luego se desvanecerán como alas de mariposas.

Según la literatura consultada, la nicotina en la adolescencia puede deteriorar la función y el crecimiento pulmonar y dañar partes del cerebro que controlan la atención, el aprendizaje, el estado de ánimo y los impulsos.

Igualmente, hay evidencia de que los niños que consumen nicotina enfrentarán mayores riesgos de otros trastornos por el uso de sustancias más adelante en la vida y mostrarán mayor tendencia a padecer de enfermedades como la hipertensión arterial y del sistema cardiovascular.

Especialistas en el tema aseguran que los adolescentes y jóvenes, generalmente, comienzan por un consumo experimental debido a la presión del grupo y sin darse cuenta quedan atrapados.

Si estas son las mil caras de la adicción tabáquica, ¿por qué no acorralarlas desde la prevención? Para Yarelys Gómez Montané, al frente del Programa Nacional de Prevención y Control del Tabaquismo en la provincia, quien ha escuchado a adolescentes en las consultas de deshabituación, existe una necesidad urgente de fortalecer las medidas de control y prevención del consumo de tabaco en estas edades.

Indudablemente, el comportamiento actual de este fenómeno puede ser modificado si se cambian hábitos de vida; si intervienen la familia, la escuela; si la Atención Primaria de Salud realiza las acciones de promoción y educación requeridas, y si se cumplieran, como es debido, las diferentes regulaciones institucionales establecidas.

Dicho por expertos nacionales, no se respeta a pie juntillas el Acuerdo 5570 de 2005, del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, que permite controlar la venta de cigarrillos a menores y regular la prohibición de fumar en lugares públicos cerrados, en centros de Salud y Educación.

Mientras existan contravenciones, la inobservancia de las normativas, la no denuncia, el débil actuar de las administraciones y las insuficientes multas, el tabaquismo, sobre todo en edades tempranas, seguirá provocando enfermedades crónicas irreversibles, empobreciendo la economía familiar y, en el peor de los casos, continuará cobrando vidas jóvenes.

Si un ejemplo bastara para detener este camino incierto, traigo de vuelta la imagen de Ariel, un joven, apenas niño ingresado por segunda vez con una enfermedad pulmonar complicada. Ariel tiene 21 años; 21 años perdidos en el laberinto del humo.

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