Cien días de una guerra
Cien días… y, acaso, par de jornadas más. Exactamente hasta este sábado han pasado 2 448 horas desde que la COVID-19 abriera fuego en esta isla, aunque el peso de los sacrificios suela enrarecer tanto el tiempo. Y Cuba no depuso ni una sola arma.
Salió a la batalla minúscula como es, tercermundista como es, guerrera como es y se ha ido imponiendo únicamente luchando, desvelándose, pensando, venciendo… Ha sido, en verdad, una proeza.
Porque, aún hoy, la COVID-19 sigue siendo un campo minado. Es el enemigo al acecho, el mismo que, todavía ahora, cuando lleva tantas derrotas a cuestas, nos obliga a existir a su antojo, en una vida otra sin retornos posibles. Y son los nasobucos que han enseñado a sonreír con los ojos; los besos que se dan con el roce de los codos; las visitas telefónica...