Eternamente, Celia
Celia Sánchez Manduley.
La manzanillera que dejó la piel en las espinas de marabú cuando se arrastró entre ellas para burlar al enemigo soportaría luego las punzadas de los forúnculos que llenaron su cabeza. Sufrió en silencio aquellas curas con tal de aliviar el dolor de una Cuba que sangraba antes del alumbramiento de 1959.
Celia Sánchez Manduley llegó a la capital
después de camuflarse en el llano y empinarse en la Sierra Maestra. Hasta allá
la acompañó el acento de su natal Media Luna.
La integrante del Movimiento 26 de Julio que
ocultó armas, la diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular que encima
de tacones parecía tocar la gloria, fue la primera flor en el Ejército Rebelde
y promotora del pelotón femenino “Mariana Grajales” donde curó enfermos,
repartió solidarida...