¡Ay, vecinos en confinamiento!
En nuestro entorno nacional se abre paso
desenfrenado, como incendio de cañaveral cuyas trochas de contención poco
pueden hacer para ahogarlo, el estío caribeño con sus sofocantes temperaturas, aguaceros
ausentes y sobreconsumos energéticos, y como si fuera poco, le acompaña el
soberbio virus que diezma, entre parálisis productiva, enfermos y fallecidos, a
la economía y a la población cubanas, con su intríngulis de distanciamiento
social, confinamiento doméstico, libertad restringida de movimientos, estancamiento
de actividades fabriles y de servicios, indisciplinas sociales, algunas rayanas
en el delito, y ciertas composturas desenfadadas de ciudadanos, en algún que
otro lugar.
A este último extremo quiero referirme.
Aunque es apreciable el comedimiento en la cotidianidad
de muchos...