Por: Alexey Mompeller Lorenzo
En este enfrentamiento no vistió el kimono ajustado por el cinturón negro, su identificación como segundo dan en karate-do en el estilo shotokan. Alejandro Martínez Sánchez fue de verde a un combate sin violencia en el centro mixto Beremundo Paz, una de las instalaciones cabaiguanenses habilitadas para aislar a contactos de casos positivos a la COVID-19, el mismo plantel que lo ha recibido durante tres cursos para adiestrar a estudiantes de la enseñanza primaria en el arte marcial.
El guayense no olvida a los miembros de su equipo, la otra familia de la que se despidió sin abrazarse. Las historias de ese clan mencionado por el autor del libro «El sacrilegio de los puros» llenarán nuevas páginas, experiencias ya compartidas en la red social Facebook y que complacieron a sus amigos virtuales. Alejandro regresó a casa con el tintero repleto y prometió más peleas contra el adversario.