Para Yuleisy Cancio, maestra de profesión, llevar las riendas del Comité Municipal del Partido en Cabaiguán ha supuesto otra carrera y nuevos aprendizajes respecto a su cargo
Quizás lo repasó muchísimas veces frente al pizarrón de juguetes cuando ya una determinación, entonces infantil, había prendido por toda la casa: “Voy a ser maestra”, pero la vida se encargó de ejercitar aquella vocación de niña.
Y las palabras parecieran volver sobre frases hechas; mas, con la misma decisión de antes Yuleisy Cancio —la maestra que no ha dejado de ser, aunque desde junio pasado desgrane las lecciones que ha impartido y recibido como primera secretaria del Partido en Cabaiguán— confiesa: “Siempre dije que iba a ser maestra. No tuve nunca otra vocación ni interés de estudiar otra cosa”. Aún hoy fuera del aula ha seguido aprendiendo y enseñando.
Tanto como lo hiciera en el 2012 cuando la escuela primaria Noel Sancho Valladares le abriera de par en par las puertas de los aprendizajes todos hasta que luego se estrenara como jefa de ciclo, durante tres cursos, en la escuela primaria 26 de Julio, en Santa Lucía. Empezaría al mismo tiempo casi su incursión en otra carrera: la de cuadros.
“Ahí estaba en la cantera de reservas de cuadros del Partido y en el 2016 vine al trabajo profesional del Partido”. Y ahora que las preguntas le invocan el pasado recuerda cuánto le costó dejar la tiza; pero el compromiso asumido no admitía borrones.
“Ya habíamos empeñado nuestra palabra —admite— y yo creo también que uno no puede ver un cargo como una posición, sino como una manera más de servir y de ser útil. Nos tocó, la profesión ha ayudado mucho, porque esto lleva mucha parte de pedagogía, de la sensibilidad con las personas y, bueno, aquí estamos y estaremos”.
Antes de llevar las riendas del Comité Municipal del Partido había atendido la esfera política-ideológica, la de consumo y servicios y en todas ellas una enseñanza se volvía recurrente: ponerse en la piel de los otros.
Lo supo tal vez de golpe cuando la epidemia de la covid se ensañaba con Cabaiguán, al igual que con el resto de la isla, y tuvo que idear mil y una estrategias lo mismo para llevar los alimentos a los centros de aislamiento que para habilitar nuevas capacidades de ingreso. En toda su gestión ha sido, quizás, la prueba más difícil.
“Se me promovió al cargo de primera secretaria el 12 de junio del 2021, el mismo día que cumplí 39 años, y prácticamente el tiempo que llevamos de secretaria ha sido —a no ser ahora que pasamos a la normalidad— en función de la covid, porque Cabaiguán ha estado en el epicentro de la provincia en los escenarios de la pandemia y hemos tenido que trabajar en esa situación higiénico-epidemiológica sin descuidar el funcionamiento de las organizaciones de base y el vínculo con el pueblo que es nuestra razón de ser.
“Lo sufrí en carne propia: mi tía, mi tío y mi primo murieron a causa del virus y del primero al último pasaron solo 20 días; esa casa quedó prácticamente cerrada, fue un golpe duro; pero lo mismo que vivimos nosotros lo vivió una cantidad de personas en este pueblo que perdieron gente joven, niños, embarazadas… y fue algo bien complejo enfrentar esa situación”.
Y se entiende ahora por qué mientras se le nubla la mirada habla de ese gen que cree no puede faltar en el ADN de todo dirigente. “Yo siempre digo que la persona que no es sensible hoy, en los momentos que estamos viviendo, no puede asumir ningún cargo, usted debe ser capaz de sentir el dolor ajeno, de ponerse en la situación de los demás”.
Se le descubre entonces exigiendo lo mismo por aquella anciana con la casa en estado desfavorable, que por la higiene comunal, que por los precios de los alimentos.
“Nosotros tenemos la responsabilidad de preocuparnos y ocuparnos y de tratar de ir transformando los problemas que se presentan en el municipio. Cabaiguán tiene tres problemas fundamentales y que no hemos logrado resolver. Uno es la situación higiénica del municipio que depende de problemas objetivos y subjetivos que ha presentado Comunales; pero realmente hay muchas indisciplinas sociales, pues nos hemos dado a la tarea de caminar el municipio, dejarlo limpio y al otro día vamos y vemos los mismos vertederos y las personas en su mayoría no enfrentan esos hechos.
“Otro de los problemas es el acueducto, que esperemos que con la inversión que se está haciendo se resuelva un grupo de planteamientos de la población. Entonces cuando tenemos agua está la cantidad de salideros. El problema del agua es un gran problema en Cabaiguán. Y el otro asunto es el tema de los precios que, aun cuando hemos hecho un grupo de acciones, no se ha logrado resolver”.
Y ni cuando a altas horas de la noche logra poner la cabeza en la almohada puede dormir a pierna suelta, la siguen rondando los mismos desvelos que también le quitan el sueño a otros. “Hay veces que te vas y no tuviste solución a un problema y estás pensando durante toda la noche qué hago mañana, a quién convoco, a quién movilizo. Nunca más he podido dormir tranquila, porque yo digo que si duermes tranquila ya no te están preocupando los problemas que todavía persisten en el municipio. Lo que nos queda es trabajar y seguir”.
No presume de ningún logro propio, la grandeza que pueda haber en las acciones cotidianas radica en ese equipo de trabajo que la secunda sin horarios, en la retaguardia que son sus hijos, sus padres, su esposo.
“Yo creo que si hoy he podido llegar hasta aquí y seguiremos ha sido por el apoyo familiar. Tengo el apoyo incondicional de mis hijos, de mi esposo, que prácticamente se ha tenido que convertir también en el ama de casa, porque realmente mi tiempo es corto”. Se le ve a deshora entre los surcos de cualquier productor, amaneciendo en la sede del Partido o anocheciendo en una de las asambleas de debate del Código de las Familias… en sus horas apenas hay segundos para el descanso; mas, para Yuleisy no hay otro modo de dirigir que el estar al lado de la gente.
Tomado de Escambray
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