Cuando Valito el barbero chasqueaba la navaja en el asentador de cuero, hasta el barbero más avezado le prestaba atención, tenía tanta rapidez en la mano que de la hoja parecían desprenderse notas como las del violín.
Por: Aramis Fernández
Hace tiempo, falleció, pero su pelado tradicional, el propio, el que el mismo se hacía con sus mostachos a los lados, nadie más se lo ha vuelto hacer, el banco de madera donde descansaba su pierna enferma aún está, aún paso por donde vivía y me parece verlo tijera en mano precisando los cortes del cabello de los habitantes de su pueblo.
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