Virgilio Soto Lazo, es de esos hombres que exhiben el sello de la nobleza y la honradez en su rostro. No solo por su raíz agraria y por su franca sonrisa, es que quien le conoce llega a quererle y admirarlo.
Por: Daisy Martín Ciriano (Museóloga)
De origen campesino, nació el 27 de noviembre de 1934, en la finca La Aguadita. Su traslado poco después para la finca Santa Susana, fue el detonante de su atracción por la música campesina, a través de una tía que tocaba el tres. Muy jovencito comenzó a participar en parrandas de la zona, y con 14 años recitaba décimas.
Tempranamente se incorporó a las labores agrícolas para colaborar con el sustento familiar, por lo que su enseñanza primaria quedó trunca. Aun así a los 19 años integró un grupo de aficionados que amenizaban parranditas y con 20 años incursionó en la programación de Radio Cubanacán, e integró además el grupo musical La Rosa.
A inicios de la década de 1960, se trasladó a vivir para Jíquima de Peláez y junto a Rolando Cubas, realizó labores en la zafra tabacalera. También se integró al grupo Libertad, el que posteriormente se renombró como Trovadores de la ANAP, con el que participó en Festivales Nacionales Campesinos.
En 1967, asistió al Festival Latinoamericano como repentista junto a LuisMartín y por primera vez su actuación se recogió en un disco. Fue fundador en 1968 del programa Fiesta en el Cañaveral, junto a Luis Martín y Jesús Pérez. Este programa posteriormente se renombró como Guateque en la Agricultura y fue precisamente aquí donde le identifican como el Sinsonte Jiquimeño. También tuvo actuaciones en diferentes centros televisivos, en Cuba y en España, entre ellos: Lo nuestro es la Tierra de Centrovisión, Meridiano campesino y Palmas y Cañas y durante la filmación de la película Polvo rojo (1981), dirigida por Jesús Díaz.
Virgilio Soto es considerado un ferviente defensor del repentismo y de la autenticidad de las tonadas. Hoy, a pesar de los embates de la Covid-19, aún el sinsonte está en pie. Su trino ya no se escucha con fuerza, pero su obra perdura y perdurará mientras exista un trovador con un laúd y una tonada.
Hoy, junto a sus hijos y al cariño de su pueblo, se yergue nuestro Sinsonte Jiquimeño ante el arribo de sus 87 años.
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